Solemos pensar en la adolescencia como una etapa de transformación con altibajos hormonales y emocionales, sin embargo, en muchas ocasiones dejamos de lado el reconocer que el adolescente, es una persona que además de presentar cambios en muchas áreas de su vida, está lleno de virtudes y fortalezas, que deben de ser identificadas por él mismo y reconocidas por los educadores y padres, con el fin de lograr su óptimo desarrollo.
Iniciaremos definiendo una virtud como una cualidad positiva de la persona que se distingue por ser estable en tiempo y que produce ciertos efectos que suelen ser positivos. Las fortalezas son los aspectos que definen las virtudes, son formas distinguibles en las que se manifiesta una virtud.
En el campo de la Psicología Positiva Martin Seligman y Christopher Peterson desarrollaron una investigación en diversos países dando por resultado la publicación de «Character Strengths and Virtues: A Handbook and Classification» (Peterson y Seligman, 2004).
Este estudio menciona las virtudes y define 24 fortalezas de carácter: creatividad, curiosidad, apertura mental, amor por el aprendizaje, perspectiva, valentía, perseverancia, integridad, vitalidad, amor, amabilidad, inteligencia social, civismo, sentido de la justicia, liderazgo, capacidad de perdonar, modestia, prudencia, autocontrol, apreciación de la belleza, gratitud, esperanza, sentido del humor, espiritualidad.
Cada una de ellas pudiéndose desarrollar y trabajar a través de instrumentos diseñados con objetivos específicos.
El tema de la salud positiva es además de novedoso muy amplio, los avances en el tema son variados, el vuelo que mundialmente tiene ha presentado múltiples aportaciones de especialistas en el tema.
Seligman, en el artículo de salud positiva publicado por la Universidad de Pennsylvania, muestra el trabajo que él y su equipo de investigadores llevaron a cabo para identificar posibles activos de salud que pudieran revelar una variedad de enfoques potentes y de bajo costo para mejorar el bienestar y ayudar a la protección de las personas frente a enfermedades físicas y mentales.
Su estudio afirma la relación de los activos de salud al vincularse científicamente con un estado de salud positivo, logrando como objetivo final el diseño de intervenciones para construir y mantener estos activos y ayudar a las personas a aumentar sus posibilidades de vivir una vida más larga y saludable. En este artículo, se relata la iniciativa de salud positiva, la relación de rasgos de personalidad en enfermedades cardiovasculares, la influencia del optimismo en los pacientes y su correlación con el bienestar. Menciona que entre los científicos sociales y del comportamiento, hay una idea generalizada que la salud positiva implica más que la mera ausencia de enfermedades o problemas de comportamiento.
Los padres, educadores y demás personas cercanas, esperamos que los jóvenes terminen la adolescencia libre de enfermedades, problemas de abuso de sustancias, actividad delictiva o paternidad prematura, pero sobre todo que vivan su juventud a plenitud y en este sentido es muy importante reconocer sus fortalezas y virtudes y trabajar con ellas de una forma estratégica y bien encauzada.
Uno de los objetivos principales abordados por el autor, es el logro para que los adolescentes estén sanos y vibrantes, no simplemente libres de enfermedades; optimistas, logrando conectarse con los demás de una forma armónica, saludable, no solo siendo parte de un grupo social amplio, sino siendo agente de cambio; intelectualmente curioso y decidido a tener éxito en actividades académicas y extracurriculares, no contentarse simplemente con hacer lo básico para evitar fallar; comprometido en actividades que lo emocionan, no solo «ocupado». El significado de “florecer» durante la adolescencia va más allá de traspasar cada etapa y cumplir con los requerimientos de la edad, la intención es buscar y predecir el bienestar psicológico y físico futuro.
Las virtudes y fortalezas necesitan ser fortalecidas, además podemos verlas como un armamento que será de ayuda para enfrentar los retos que viven, ir más allá de identificar, llegar a educar para trasformar y disfrutar el día a día.
Las virtudes y fortalezas van cambiando con el tiempo, no son estáticas, en los programas de educación emocional se trabaja con ellas de una manera más específica y son una parte muy importante dentro del desarrollo del adolescente considerado dentro del concepto de inteligencia emocional, tema que abordaremos más adelante.
Peterson, C., y Seligman, M. E. P. (eds.) (2004). Character Strengths and Virtues: A Handbook and Classification. Oxford University Press.